Hace poco leí un artículo sobre “El secreto para criar niños inteligentes”, del cual anexo la liga al final de este texto.
Este artículo aborda el tema de niños que percibimos inteligentes que han tenido un buen desempeño en la primaria y de pronto se desploman a partir de la secundaria. ¿A qué se debe? ¿Qué hice mal o qué estoy haciendo mal como padre?
Ha habido diversas investigaciones al respecto, en el artículo nos detallan varios estudios que se han realizado sobretodo en poblaciones de estudiantes de secundaria, para evaluar este tipo de comportamiento.
Uno de estos estudios se realizó por Lisa Blackwell en la universidad de Columbia y por Kali H Trzesiewski de la universidad de Stanford, en el año 2007.
Si somos de esos papás que tenemos hijos a los que la primaria les ha costado muy poco o nada de trabajo y aun así el niño tiene excelentes calificaciones, normalmente le decimos a nuestro hijo. “Eres muy afortunado de tener esta mente tan brillante” y no nos ahorramos calificativos de lo inteligente que es.
Los resultados de este comportamiento derivan en niños que tienen la etiqueta de inteligentes y cuando aumenta el requerimiento escolar (secundaria) y ya no puedo sacar las mismas calificaciones sin abrir un libro, se desploman. Se sienten deprimidos y desmotivados porque “no soy lo inteligente que me dijeron que era”, como si la inteligencia fuera fija y tuvieras una cierta cantidad y eso es todo.
No están acostumbrados a trabajar para aprender, por lo que creen que no hay nada que hacer. En estos casos los errores dañan su autoestima porque se lo atribuyen a una falta de habilidad que no tienen el poder de cambiar. Huyen a los retos ya que los errores los hacen ver menos inteligentes. Tienen mayor tendencia a copiar, ya que no ven una posible solución para mejorar sus habilidades.
Por otro lado están los niños que se han esforzado a lo largo de los años para obtener una buena calificación, ellos están acostumbrados a trabajar, han desarrollado perseverancia y han generado la idea correcta de que la inteligencia se puede desarrollar, que el cerebro es maleable.
Por lo anterior, en un caso de fracaso, no se desaniman, no consideran que es algo definitivo, trabajan para mejorar y se enorgullecen de lograrlo. En estos casos, los padres han reconocido el esfuerzo.
Estas visiones tan divergentes tienen un impacto dramático en el rendimiento de los niños y la brecha se tenderá a expandir conforme pasen los años.
¿Qué debemos hacer los padres?
Lo anterior nos dice que nosotros como padres, nos debemos enfocar en el proceso, en desarrollar perseverancia y aplaudir el esfuerzo no la inteligencia. Las etiquetas son malas tanto las que creemos buenas como las malas.
Los niños orientados hacia el esfuerzo quieren aprender porque piensan que pueden expandir sus habilidades intelectuales. Los retos les dan energía más que miedo, ya que les ofrecen oportunidades para aprender cosas nuevas. Ellos están destinados a un mayor éxito académico y a ser individuos más seguros de sí mismos.
De no hacer nada al respecto, estamos destinados como padres, a tener hijos adultos que no están dispuestos a admitir sus errores, o confrontar y remediar sus deficiencias, primero en la escuela, después en su trabajo y también en sus relaciones sociales.
Nunca es tarde, siempre hay forma de actuar y remediar. Recuerda que tu cerebro es maleable solo hay que iniciar el cambio.
¡Descubre tu potencial desarrollando tus habilidades, nada es definitivo todo lo puedes aprender!
Para mayor información les mando la liga de Scientific American, así como una plática TED que habla sobre el mismo tema.
Artículo “El secreto para criar niños inteligentes”
https://www.scientificamerican.com/article/the-secret-to-raising-smart-kids1/
Plática TED de Eduardo Briceño “The power of belief” Mindset and success.